
Vukmir prometía arte. Prometía una pornografía en estrecha relación con el arte, que como cualquier deseo muy deseado y poco meditado, se acabó convirtiendo en un maratón de sexo, sadismo y mutilación que nada tienen de arte. En general muchos directores acaban así, convirtiendo algo tan puro en la mayor mierda visceral de la historia. Una buena descripción del cine. Pero mucho me temo que no fuera la intención del auténtico director de la pelicula, Srdjan Spasojevic. Tengo miedo de juntar las palabras Saló y Hostel en una misma frase porque eso no sería del todo cierto, sino solo en parte. Cuarenta minutos expectante, con pasión en la mirada y ganas de más. Los otros cuarenta con nauseas, malas caras, miedo, repulsión... y con un final tan repugnante como la idea de que el ser humano pueda llegar a cometer tales actos. Todo mezclado con lágrimas y repulsión hacia el acto sexual. Una buena terapia para la conversión de homosexuales en los 60, pero que hacen sentir débil y dolorida a una chica que solo sentía curiosidad. Así es A Serbian Film. Parece arte, pero no lo es.
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